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Los noruegos salpican su composición curricular de frío pragmatismo. Les procuran a sus pequeños nociones de cocina. Hay minúsculas aldeas por toda la nación y pronto llegará el día en el que los niños tengan que irse para cursar niveles superiores. Les zambullen en el agua cuando aún apenas caminan. Noruega es la sublimación del agua. Y del verde insultante, hiperbólico, poderoso. Los niños noruegos son ciclistas consumados, para no ahumar su prodigioso escenario verde.
No desatiendo la didáctica explicación de la guía local, ni la vivificante ingesta de mi ‘brod’ de salmón. Floto en el fin de Europa. La armonía y la belleza son la proporción áurea de mi espíritu. Todo se muestra eterno. El frío es más eterno que el calor. Los colores fríos son inmortales. No hay insomnio con frío. Ni en el Fiordo de los Sueños.