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Aarto Paasilina, Anagrama, Críticas, El mejor amigo del osos, El molinero aullador, Huuskonen, Jesús Heredia Madrazo, Numenpää, Paasilina
Osos que hablan, hombres que hibernan. Plantígrados llamados Lucifer y lanzamiento vertical de jabalina en un pozo. Crisis de fe. Amor a la naturaleza y a los viajes. Tragedias terribles desencadenadas por hilarantes despropósitos… A veces, los hombres son succionados hasta el fondo por la salvaje deshumanización que gobierna en nuestros días.
Arto Paasilinna vuelve a demostrar en El mejor amigo del oso (Anagrama) que el enfoque cómico le funciona. Y le funciona como hilo conductor para narrar situaciones aparentemente anodinas, terriblemente trágicas, puramente surrealistas, cargadas de pasión o de fe… El humor es el cemento unificador de la obra de Paasilinna, el que aporta coherencia, ritmo y unidad de relato.
El finés tira de nuevo de trayectoria profesional y ofrece, a lo largo de esta deliciosa novela, pinceladas que se inspiran en sus trabajos como guardabosques o periodista, que salpimentan lo fundamental del relato: la religión. La naturaleza se dibuja en la obra del finés como válvula de escape, como elemento para tomar distancia, reflexionar y volver a tomar el mando de nuestro propio tiempo. La naturaleza llega a cobrar categoría de personaje, mucho más allá de la propia alusión toponímica.
El estilo de la novela es formal y deliberadamente sencillo, ágil, fluido. El lector viaja por las páginas al mismo ritmo que el pastor luterano Huuskonen y su oso, Lucifer, lo hacen por su propio país y por el mundo en una suerte de huida hacia ninguna parte (al menos, en principio). A diferencia de otras novelas del autor, los cambios de Molinero Aullador.
La acción tiene como punto de partida a Nummenpää, pequeño pueblecito de vida tediosa, metáfora de la Finlandia más rural y lenta. Allí a Huuskonen le pesan toda una vida su ejercicio como párroco y, nunca en menor medida, su matrimonio. Al tiempo que va extralimitándose en sus homilías, todo se desboca hacia la pérdida irremediable de control. Su vida familiar se derrumba con la misma velocidad que se evapora su fe. Al menos la fe más convencional y dogmática. Y es en ese punto cuando Paasilinna aprovecha para no escatimar un solo gramo de surrealismo (de hecho, a veces el lector puede tener que al propio escritor sele vaya este recurso de las manos).
La novela perfila muy bien a los personajes. Alrededor del pastor y su oso orbita una serie de actores de un reparto más que acertado. Son Sonja, la etóloga; Tanja, la telegrafista rusa; Saimi, la anciana viuda que ejerce de niñera del oso; Sari, una colaboradora de la parroquia; diversas autoridades eclesiásticas… A casi todos, Huuskonen los maneja a su antojo mientras que otros pocos se debaten entre la furia y el colapso a causa de las andanzas y desbarres conductuales del nada convencional sacerdote. La deformación de la religión hasta el punto de crear un discurso a caballo entre lo incendiario, lo irreverente y surrealista salpica continuamente el relato con algunas acertadas alusiones a épocas pasadas. Es la Historia utilizada para realimentar las ensoñaciones ideológicas del pastor luterano. En definitiva, un libro desconcertante no apto para quienes huyan del surrealismo exagerado y que no defraudará a los seguidores de Paasilinna, escritor de gran éxito y cálida aceptación en su país natal, Finlandia.